No había tardado mucho en acomodarse el cabello, recogiéndolo con unos cuantos accesorios que poco se notaban y con ello, haciéndolo parecer mucho más corto de lo usual. Las lentillas verde oscuro le sentaban bien y no le sorprendía, pues irradiaba buen gusto por donde se le mirase. Sus ropas, más bien holgadas, habían sido cuidadosamente elegidas por él mismo para no desentonar con el aire árabe de la construcción, largas, llenas de adornos y bordados, además de una tela en el cuello lo suficientemente ancha para cubrir su barbilla.
Dio un paso para asomarse por la puerta del Vestíbulo Real, para contemplarlo con la admiración justa. No tardó en adentrarse en él, sus zapatos parecían entonces hundirse lentamente en aquella alfombra aterciopelada, lo cual tornaba cada uno de sus pasos un poco más delicado y silencioso de lo habitual.
No esperaba encontrar a nadie realmente y sin embargo, pudo divisar a unos cuantos metros una figura femenina, no sin antes repasar con la vista los detalles de tan basto lugar. Realmente todo aquello no era sino un palacio. Y así, continuó asimilando su alrededor a medida que cautelosamente se acercaba a la muchacha.
Dio un paso para asomarse por la puerta del Vestíbulo Real, para contemplarlo con la admiración justa. No tardó en adentrarse en él, sus zapatos parecían entonces hundirse lentamente en aquella alfombra aterciopelada, lo cual tornaba cada uno de sus pasos un poco más delicado y silencioso de lo habitual.
No esperaba encontrar a nadie realmente y sin embargo, pudo divisar a unos cuantos metros una figura femenina, no sin antes repasar con la vista los detalles de tan basto lugar. Realmente todo aquello no era sino un palacio. Y así, continuó asimilando su alrededor a medida que cautelosamente se acercaba a la muchacha.