Leyendo antes de ir a clase [Libre]

Tenía una hora libre antes de ir a la siguiente clase, así que decidió aprovecharle leyendo un poco. Se dirigió a la biblioteca tranquilamente ignorando a todo aquel que se cruzara, aunque tampoco llamaba mucho la atención con lo que no tenía el problema de que la detuvieran para hablar.

No tardo en localizar la biblioteca. Entro sigilosamente acercándose a una estantería donde se hallaban libros sobre misterios tomo uno, se acerco a le primera mesa que encontró vacía y se sentó. Coloco unos segundos el libro en la mesa, para dejar en la silla de al lado su bolsa. Cuando hubo terminado tomo nuevamente el libro, lo abrió y comenzó a leer.

Se puso los audifonos de su Ipod, se acomoda la chamarra, tenía un poco de frió, ese mañana no tenía ganas de asistir a clases, por lo que se las volaria, así que iría a la biblioteca y leería un poco del lugar donde se encontraba, no estaría mal organizar algún carnaval o explorar.

Entre los estantes se encontro con una joven, que le pareció bastante agradable sería la primera que saludaría y que hablaría con ella.

-¿Hola? Mi nombre es Alexandre Lima, ¿te gustaría ser mi amigo?-le tendió su mano, para sellar el pacto de amistad.

Estaba leyendo tranquilamente el libro de misterio que había tomado, acababa de llegar a una parte interesante de la historia cuando escucho que le hablaban intento ignorar a la persona un poco esperando que se marchara y la dejara tranquila para continuar leyendo. Pero al ver de reojo que le extendía la mano dejo de leer para dirigirle la mirada.

La persona que le había hablado era un chico que parecía un poco mayor que ella, lo miro durante unos segundos para después regresar a su lectura sin responderle a su pregunta.

-Svana Leódóttir-murmuro su nombre presentándose en un tono muy bajo, que podía pasar casi inadvertido, un minuto después de haberle ignorado.

Chica de hielo, era el chico del fuego así que no se rendería tan fácil, por que su nombre era Alexandre Lima, no tenía medios hermanos como muchos le quieren hacer creer la verdad era que es hijo único, se estaba iendo de nuevo, esa manía que había aprendido de su tía Bianca era muy mala, pero joder tenía que salir de nuevo de esos pensamientos, se concentró en la joven.

-Bueno, lo juró por mi Cristo de la Redención que seremos muy buenos amigos.-dice alegre.

-¿De donde eres? ¿Tienes hermanos?, ¿Qué lees?-preguntaba bastante.

Continuo leyendo como si nada, aunque la presencia del chico le estaba poniendo un poco de mal humor. Lo había ignorado casi por completo y este seguía ahí como si nada. Paso una página del libro intentando no pensar en la presencia que tenía a su lado, cosa que no le era del todo difícil.

Cuando escucho el primer comentario del brasileño tuvo que detenerse un momento en la lectura, ”¿amigos?”, se cuestiono mentalmente, pero decidió seguir con lo que había estado haciendo hasta el momento. Aunque no pudo evitar suspirar un poco.

Al oír como la interrogaba volvió a suspirar, realmente ese chico era un poco pesado. Aun así respondió de una forma un poco indirecta a la última pregunta que le había hecho, pues movió el libro de tal forma para que el otro pudiera leer el titulo.

No se rendiría tan fácil por su Cristo Redentor que yo, estaba seguro que terminaría cediendo y le hablaría, estaba muy atento a lo que estaba leyendo la otra así que se paro y se apoyo la espalda de la silla para poder leer lo que estaba tan interesada.

No entendió nada quizás por que no estaba en su idioma, pero siguió intentado leer, movia su cabeza y comenzó a entonar una canción mientras tronaba los dedos para tomar el ritmo, lo cual le estaba animado más así que se aparto un poco de ella y continuó cantado.

-¿Vamos a Jugar si?-le dice muy alegre.

No menciona nada cuando el chico se apoyo en el respaldo de la silla para leer por encima del hombro de ella, pues sabía que el chico no entendería al estar en islandés el libro así que pudo seguir leyendo con tranquilidad como si nada pasara o como ella estaba intentando hacer, que la presencia del brasileño no era notoria. Aunque eso no fue por mucho tiempo.

Justo cuando estaba llegando a la parte del libro en que se descubría quien era el asesino, Alexandre empezó a entonar una canción, eso crispo un poco los nervios de Svana pero prefirió mantenerse callada pero al oírle tronarse los denos fue demasiado para ella y se levanto de su sitio, para mirarle a la cara sin mostrar ningún tipo de expresión.

-No me apetece ahora mismo-respondió gélidamente.

La música era parte de él, los movimientos le salían tan naturales, y la fortunada estaba de su lado, la bibliotecaria o el bibliotecario no se encontraban en esos momentos, siguió cantando ante la negativa de la joven, estaba seguro que si le seguía haciendo de esta manera por cansancio le aceptaría la habitación. Tronaba los dedos.

-La chica se fue...-cantaba en español.-Oh, oh

Tomó uno libro del estante y se quedo ojeando unos segundos, en lo que continuaba la siguiente canción, la cual era la favorita.

De pie como se encontraba, empezó a maldecir un poco interiormente al chico que tenía en frente quería leer y no le dejaba, eso era desesperante. Dirigió su mirada hacia donde se suponía que debería encontrarse el bibliotecario o bibliotecaria al ver que no se encontraba su crispación aumento un poco más con lo que suspiro sonoramente.

Cuando el brasileño empezó a cantar la segunda canción Svana había colocado bien la silla en la que se encontraba sentada y estaba empezando a alejarse del lugar en donde se encontraba Alexandre. Se dirigió nuevamente hasta la estantería donde había tomado el libro para dejarlo en su lugar, pensando en que podría regresar más tarde para tomarlo y llevárselo a su habitación.

Le siguió hasta la estantería no desistira en su desición de que ambos fuera amigos, probablemente le estaba considerando molesto, pero siempre daba su maximo esfuerzo en intentarlo, así que esta vez le seguía en silencio, no supo por que se estaba comportando de esta manera tan infantil, pero le había gustado la niña cuando la vió. Pero al parecer a quella le había desgradado bastante.

La seguía en silencio, observando como la poca luz natural que entraba en la biblioteca le hacía que el cabello brillara, como se comportaba de esa manera tan seria que le encantaba.