Aquello era demasiado, vale que tuviera que participar en la fiesta de San Valentín, vale que tuviera que ir disfrazada, pero...¿que tuviera que ser la pareja de aquel chico? Eso crispaba sus nervios.
No se había calentado demasiado la cabeza con el traje, un vestido negro largo bastante ajado, unas botas militares altas y un sombrero puntiagudo formaban su indumentaria. Se había puesto a demás, una capa de maquillaje blanco, lo que hacía resaltar más su piel fina y sus pálidos ojos azules. Sabía que se arriesgaba a todo tipo de comentarios por parte de su acompañante pero aquello no le importaba lo más mínimo, ya trataría de devolverselos.
Con el ceño fruncido y un gesto de mal humor sostuvo la tarjeta color roja en frente de sus ojos, en ella estaba escrito un nombre: ''Piero Zucchi''.
-Maldición... -masculló entre dientes mientras se la colgaba del cuello. - ¿No podría haber sido otro?
Encontró un banco apartado de todo el barullo de la fiesta y se sentó en él con la cabeza apoyada en las manos, mirando al cielo mientras sacaba un reproductor de música y ponía una de las canciones que más le gustaban, de una cantante rusa, y procedía a cantar en voz baja su melodía, intentando olvidarse de en que clase de fiesta se encontraba.
No se había calentado demasiado la cabeza con el traje, un vestido negro largo bastante ajado, unas botas militares altas y un sombrero puntiagudo formaban su indumentaria. Se había puesto a demás, una capa de maquillaje blanco, lo que hacía resaltar más su piel fina y sus pálidos ojos azules. Sabía que se arriesgaba a todo tipo de comentarios por parte de su acompañante pero aquello no le importaba lo más mínimo, ya trataría de devolverselos.
Con el ceño fruncido y un gesto de mal humor sostuvo la tarjeta color roja en frente de sus ojos, en ella estaba escrito un nombre: ''Piero Zucchi''.
-Maldición... -masculló entre dientes mientras se la colgaba del cuello. - ¿No podría haber sido otro?
Encontró un banco apartado de todo el barullo de la fiesta y se sentó en él con la cabeza apoyada en las manos, mirando al cielo mientras sacaba un reproductor de música y ponía una de las canciones que más le gustaban, de una cantante rusa, y procedía a cantar en voz baja su melodía, intentando olvidarse de en que clase de fiesta se encontraba.