Aquel día era como los de siempre...plagado de sus notables y frecuentes cambios de humor. Eran parte de ella, como su cabello largo o sus ojos pálidos...sin embargo, no parecian agradar demasiado a la gente. Bueno, no es que eso le molestara demasiado, es más, le gustaba ver como casi siempre estaba sola, le dejaban pensar y relajarse.
Sin embargo, aquel día todo había llegado demasiado lejos, no recordaba porque, ni como había llegado a ponerse así de furiosa, pero lo había hecho y ya no había vuelta atrás. Solo quedaba esa horrible herida en su brazo, claro que, que se podía esperar si lo que había hecho para descargar su ira era golpear con fuerza un espejo...
Ahora estaba frente a la puerta de la enfermeria, con un brazo ensangrentado y la camisa blanca manchada con tacas de sangre roja; frunció el ceño y pegó una patada a la puerta, haciendo que esta se abriera de golpe dejando ver la bien equipada enfermeria.
-Bien, ahora unas malditas vendas... -masculló entre dientes mientras pasaba dentro y se envolvía el brazo en la camisa.
Sin embargo, aquel día todo había llegado demasiado lejos, no recordaba porque, ni como había llegado a ponerse así de furiosa, pero lo había hecho y ya no había vuelta atrás. Solo quedaba esa horrible herida en su brazo, claro que, que se podía esperar si lo que había hecho para descargar su ira era golpear con fuerza un espejo...
Ahora estaba frente a la puerta de la enfermeria, con un brazo ensangrentado y la camisa blanca manchada con tacas de sangre roja; frunció el ceño y pegó una patada a la puerta, haciendo que esta se abriera de golpe dejando ver la bien equipada enfermeria.
-Bien, ahora unas malditas vendas... -masculló entre dientes mientras pasaba dentro y se envolvía el brazo en la camisa.